jueves, 12 de abril de 2007

El año '58 fue el mejor de la historia del cine

Ese año se hicieron infinidad de buenas películas (Vértigo, la mejor) y siempre es posible descubrir nuevas



Por ejemplo, acabamos de ver Un largo y cálido verano, de Martin Ritt, sobre relatos de Faulkner, con Paul Newman, Joanne Woodward y Orson Welles en el profundísimo Sur norteamericano.



Es una buena película, con grandes actuaciones -memorable Orson como un tiránico jefe de familia terrateniente que busca desesperadamente descendencia.



Si no me equivoco House from the hill es de esos años y es una película con la que está muy emparentada, aunque sin dudas la de Minnelli es mejor.



Mientras se ve una buena película, inteligente, con buenas actuaciones, con bellos y necesarios planos y encuadres (casi todo el cine llamado clásico) es posible que se vaya formando una leve sonrisa en el rostro de quien la mira. Es un instante íntimo de felicidad, comprensión y comunión.


Un largo y cálido verano logró esa sonrisa en mí (el cinemascope ayuda) y, además, que deseara estar en ese pueblo, en ese verano, con esa gente...

Los que la critican, repudian su final feliz en el que todos los conflictos se precipitan a dormir, pero cuando está tan vívida la intensidad dramática de la historia, el deus ex machina cuenta sólo para no empañar la gracia de los dioses, es decir ser, por un instante, felices. Pero la felicidad viene de la mano de las formas bellas.

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