domingo, 20 de mayo de 2007

Entrevista a Amartya Sen


El hambre es violencia silenciosa. Entrevista
Amartya Sen · · · · · Tomado de la revista electrónica Sin permiso (ver enlaces)

20/05/07

Entrevista realizada por Manali Rohinesh. Premio Nobel, eminente economista del bienestar y autor de The Argumentative Indian, Amartya Sen es un hombre sensato. Todo su éxito no lo ha dejado mareado y con la cabeza en las nubes: sus pies están firmemente en el suelo, y está en sintonía con la India y las profundas realidades de su economía.
Le tomó diez años investigar este libro, el cual no es sólo un tratado sobre cómo eliminar la pobreza, sino lo que hace de la India la democracia que es - bulliciosa, colorida, caótica-, la más grande del mundo: ¡existe porque los indios tienen una enorme capacidad de discusión!
Pero esto podría ser interpretado como analítico y razonable o pendenciero e irrazonable. ¿Qué es, pues, el libro?
El libro es una colección de ensayos –algunos de los cuales son agudas críticas a las políticas que la India ha seguido, y éstas pueden ser hirientes-. Por ejemplo, en el tema del hambre, Sen ha escrito que “a India le ha ido peor que a cualquier otro país”.
Dice que “estar interesado por el hambre o el analfabetismo” es más importante que estar “interesado por la propiedad pública o la propiedad privada”. Si lo estás, entonces ¡algo malo te sucede!” Esto era en referencia al despojo de las empresas públicas.
El propone que “la gente está siempre pensando en si la equidad y la eficiencia están constantemente en contradicción, pero la pregunta es cuál es la mejor manera de promover la equidad”. Dice que el asunto de si las firmas son mejor administradas como compañías públicas o privadas sólo debería ser instrumental. De cualquier manera, deberían ser eficientes generando equidad.
El profesor nos habló sobre este y otros asuntos que afectan al país en que nació. Extractos de una entrevista brindada a la CNBC-TV 18.
¿El título “El Indio Argumentador” [The Argumentative Indian] es un poco un juego de palabras?
No estoy seguro de que sea un juego de palabras, porque “argumentador” tiene muchos sentidos, excepto una propensión general al interrogante y la discusión, lo cual no necesariamente es un argumento metódico, ni es alguien diciendo “muéstrame por qué, muéstrame cómo y pongámonos a discutirlo”.
Este es el principal sentido al que yo me refiero con “argumentador”. En general, la gente está interesada en conversar e interrogarse sobre cada quién. Recuerdo un hermoso poema del siglo XIX escrito por Raja Rammohan Roy, un reformador religioso, sobre el horror de la muerte. En el poema, decía: “sólo imagina cuán espantoso será el día de tu muerte. Otros continuarán hablando ¡y a ti no se te permitirá contrargumentar!”
“Las raíces verdaderas del la democracia India no descansan del todo en el sistema de elecciones periódicas y el voto, sino en la tradición india de razonamiento, cuestionamiento y discusión”. ¿Por qué dices esto?
Lo que estoy diciendo es que la democracia puede ser vista de dos maneras. Una es sólo votación. La otra es gobernar mediante la discusión, respondiendo a la discusión pública y protegiendo la deliberación pública. Votar es sólo una parte de ello. Incluso ningún gobierno ha ganado con una mayoría del 99% sin que su gente haya discutido o sin la oportunidad de saber qué es lo que estaba sucediendo.
Entonces, hay algo general sobre la democracia de cada país; lo que sucede en la naturaleza de la discusión es extremadamente importante. India, que tiene una fuerte tradición de razonamiento público, hace más fácil que nosotros nos comportemos deliberativamente, y ello también ayuda a sostener la votación. No estoy pasando por alto la importancia del voto, pero él es sólo parte de una historia harto más amplia.
Para que la democracia India desarrolle todo su potencial “un uso más vigoroso y vocal de la participación democrática es necesario”. ¿Qué tipo de participación falta?
Existen dos problemas.
Uno es que algunos temas son fáciles de debatir, como el hambre. Un editor dice cuán horroroso es y publica una diatriba con una fotografía de alguien con un niño muriendo de hambre en su regazo. Otro editorial, que no requiere mucha habilidad, dice que el hambre ha sido eliminado porque ningún gobierno quiere enfrentarse a las críticas. El problema es bastante más serio y complejo, a saber, la desnutrición masiva, en términos de magnitudes. Nadie muere por ella, pero las posibilidades de morir están allí y son estadísticamente importantes y entonces los números importan.
El otro problema es la Hindutya [Hindutya es el hinduismo militante que persigue el poder político y religioso; N. del T]. No sólo está tratando de apartar a la India del secularismo, sino de distraerla de asuntos de desarrollo, los cuales son tan importantes como el hambre.
¿En qué medida crees que la prensa falla en proyectar las verdaderas voces de la protesta, y en qué medida se deja distraer de buena gana por voces que son demasiado fáciles pero que, a al fin y al cabo, no tienen importancia?
Un aspecto en defensa es que cuando algo va mal, como en los motines de Babri Masjid, de Gujarat, o el Rath Yatra [el Rath Yatra es una celebración religiosa anual que congrega a millones de hindúes; N. del T.], es muy difícil para la prensa no concentrarse en el tema del día. Pero hay otros momentos, cuando no acontece nada tan espectacular, en que uno tiene que dar a conocer al público el tipo de violencia silenciosa que avanza en forma de gente muriendo por hambre, o por falta de medicinas.
La cobertura mediática de tales asuntos no está bien orientada, no sólo en India, sino en todos lados. Por ejemplo, muy pocas personas saben que el 9/11 muchas más personas murieron de sida que por violencia terrorista.
En relación a la malnutrición crónica, dices en el libro que “India lo ha hecho peor que cualquier otro país del mundo”. ¿Por qué lo dices?
Hay tres aspectos. Uno es el hambre silencioso, que mata gradualmente y que hace mucho más miserables las vidas de los niños. Segundo, la falta de medios sanitarios, el catastrófico estado de los servicios públicos y la explotación que continúa en nombre de la sanidad privada. El tercero es la desigualdad entre los géneros.
Creo que eso ha recibido más atención, gracias a los movimientos feministas. Creo que es un indicador de que si uno se concentra en asuntos de género y les presta la suficiente atención como para que se puedan discutir públicamente, esto tiene su efecto. Tiene un impacto sobre la legislación y en su puesta en práctica.
Escribes en el libro que “más de la mitad de los niños indios están desnutridos de forma crónica y más de la mitad de las mujeres adultas son anémicas, más que en África. Incluso África consigue alcanzar mejores niveles de nutrición que la India”. ¿Entonces qué es lo que va mal en India?
Pienso que va mal en dos aspectos. En primer lugar, si bien África tiene gente que pasa hambre, una elevada mortalidad y un caos mucho mayor, el de comer lo suficiente es un asunto muy importante en África. El espíritu de rebelión africano es más fuerte. En segundo lugar, las mujeres son mucho más importantes en el África subsahariana; tienen una voz más poderosa.
Sabemos que en zonas de la India donde las mujeres han tenido más voz, el problema del hambre se ha reducido enormemente. El hecho de que las inequidades de género sean mucho menores en África no deja de estar relacionado con el hecho de que el hambre sea también mucho menor en África que en la India.
En 2001 la India tenía stocks de reservas que excedían los 60 millones de toneladas de alimentos, pero en algunos lugares de ese país entre 220 y 300 millones de personas se van a la cama cada noche con el estómago vacío. Tu preguntas “¿qué podría explicar la existencia simultánea de la peor desnutrición y las mayores concentraciones de comida en el mundo?”
Es la falta de politización sobre este asunto. El tema de las hambrunas se radicaliza rápidamente en la política y el éxito en tratar este tema hace que la gente olvide que el hambre es un problema mayor que el de la hambruna. Grandes académicos siguen diciendo que no hay demasiada hambre en la India.
El problema es más complejo. Si los niños están por debajo del peso normal para su edad, entonces algo va mal. Hay mucha negación sobre el significado de esta estadística. He estado mirándolas desde los años 70. De los mejores economistas indios he oído el mismo argumento una y otra vez: que esos niños no están desnutridos, ¡lo que pasa es que son más pequeños!
Un yerro moral, y a la vez, científico. Es un asunto moral que no prestes atención a la agonía de estas personas. Científicamente yerras cuando crees que estos niños flacos son saludables, y hay un problema moral porque dejas morir a estos niños en cantidades mayores a las que podrían haber sido.
Cuando tuve que hacer declaraciones, después de que se me otorgara el Nóbel, hice una pequeña investigación sobre lo que había escrito en la década del 50. Por entonces ya estaba quejándome de la desatención que estaban recibiendo los problemas de analfabetismo y salud.
La omisión es una peculiar manera de negación. Esta idea fue destacada en el discurso de Nehru (“Cita con el Destino”) en el que abogaba por el cuidado de la salud, las medicinas y la educación para todos.
En consonancia con la forma de pensar de las clases altas, India siempre se ha concentrado en la educación superior y su éxito. Muchos de los partidos de izquierda son culpables de haber sido dirigidos por líderes de las clases altas. En consecuencia, aunque la retórica pudiera venir de Marx y Lenin, existió un gran escepticismo respecto de la educación básica.
Esto es sorprendente, porque en China, Rusia, Vietnam y Cuba el énfasis siempre se puso en la educación básica, mientras que la izquierda hindú, salvo en Kerala, la desatendió. Aquí la situación fue diferente, porque el movimiento de izquierda surgió como un movimiento hostil a las castas superiores.
En mayo de 2004 estabas encantado con los resultados electorales. 15 meses después, ¿sigues manteniendo la misma opinión?
Yo estaba preocupado porque la India, un país tan abierto y con una larga tradición laica, estaba desplazándose hacia una visión estrecha y sectaria. Cuando Manmohan Singh era Ministro de finanzas, a pesar de que es un buen amigo mío, lo critiqué a pesar de admirar las reformas económicas que introdujo, que eran buenas y necesarias.
Pero pensé que la acción más constructiva de expandir la sanidad, la educación y otras cosas que el gobierno tenía que hacer, no acaba de emprenderse con el impulso suficiente.
A estas alturas, la educación ha recibido una mayor asignación presupuestaria y ha tenido una expansión considerable. No estoy seguro de la expansión de la atención sanitaria pero, en todos estos casos, no es sólo una cuestión de poner más dinero, que es importante, sino que también está el tema de las estructuras que se necesitan para llevar a cabo las reformas estructurales.
Todavía es temprano, pero en general no soy pesimista; yo no desestimo la retórica, porque tienes que tener tanto el discurso como el acento correctos. La última vez pensé que el discurso se limitaba principalmente a las reformas económicas y los fondos del extranjero.
¿Debería permitirse la Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector de comercio minorista, que emplea a 40 millones de personas, casi todas en el sector informal?
También esto es un asunto técnico, porque no es un tema fundamental. Que Wal-Mart esté aquí o no, no me ha conmovido mucho en sí mismo. Creo que lo positivo de que Wal-Mart entre debe ser que reduzca el margen que tenemos entre los precios a los que los vendedores compran y los precios a los que los consumidores compran.
Ello permitiría que más renta vaya hacia los pobres que producen. Hasta ese punto, que Wal-Mart esté aquí podría también expandir las exportaciones indias y mejorar las vidas de los pobres. Por otro lado, por supuesto, mucha gente saldría expulsada del sector minorista, por lo que es una cuestión de evaluar ventajas y desventajas.
Uno no sale con la frase de una respuesta, uno apunta a qué es lo que debería examinarse. Este es un tema en el que tanto la derecha como el gobierno de izquierda necesitan considerar si redundará en los intereses de la gente.
¿Ello sirve a los intereses de los pobres, en términos de hambre, educación, salud, libertad y bienestar o no? Esa es una preocupación científica.
Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, ocupa la Cátedra Lamont de la Harvard University y es Profesor de Economía y de Filosofía en la misma universidad. Sus dos últimos libros son The Argumentative Indian e Identity and Violence: The Illusion of Destiny.

Traducción para http://www.sinpermiso.info/: Camila Vollenweider

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